30 de enero, Día de la Paz y la No Violencia

27 Ene, 2012

Escrito por admin

Las Jóvenes Personas-Libro de nuestro centro han preparado unas lecturas para celebrar este día. Os dejo aquí los textos por si quereís participar.

NADIE ESTÁ SOLO

En este mismo instante
hay un hombre que sufre,
un hombre torturado
tan sólo por amar
la libertad.
Ignoro
dónde vive, qué lengua
habla, de qué color
tiene la piel, cómo
se llama, pero
en este mismo instante,
cuando tus ojos leen
mi pequeño poema,
ese hombre existe, grita,
se puede oír su llanto
de animal acosado,
mientras muerde sus labios
para no denunciar
a los amigos. ¿Oyes?

Un hombre solo
grita maniatado, existe
en algún sitio.
¿He dicho solo?
¿No sientes, como yo,
el dolor de su cuerpo
repetido en el tuyo?
¿No te mana la sangre
bajo los golpes ciegos?
Nadie está solo. Ahora,
en este mismo instante,
también a ti y a mí
nos tienen maniatados.

JOSÉ AGUSTÍN GOITISOLO

 

NO TE SALVES (Mario Benedetti)
.
No te quedes inmóvil al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca.

No te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer lo párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo.
.
Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el jubilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo


Hoy he dado mi firma para la Paz (Efraín Huerta)


Hoy he dado mi firma para la Paz.
Bajo los altos árboles de la Alameda
y a una joven con ojos de esperanza.
Junto a ella otras jóvenes pedían más firmas
y aquella hora fue como una encendida patria
de amor al amor, de gracia por la gracia,
de una luz a otra luz.
Hoy he dado mi firma para la Paz.
Y conmigo, en cien países, cien millones de firmas,
cien orquestas del mundo, una sinfonía universal,
un solo canto por la Paz en el mundo.
Hoy no he firmado el poema ni los pequeños artículos,
ni el documento que te esclaviza,
no he firmado la carta que no siente
ni el mensaje que durará un segundo.
Hoy he dado mi firma para la Paz.
Para que el tiempo no se detenga,
para que el sueño no se inmovilice,
para que la sonrisa sea alta y clara,
para que una mujer aprenda a ver crecer a su hijo
y las pupilas del hijo vean cómo su madre es cada día más joven.
Hoy he dado una firma, la mía, para la Paz.
Un mar de firmas que ahogan y aturden
al industrial y al político de la guerra.
Una gigantesca oleada de gigantescas firmas:
la temblorosa del niño que apenas balbucea la palabra,
la que es una rosa de llanto de la madre,
la firma de humildad -la firma del poeta.
Hoy he elevado en una el número mundial de firmas por la Paz.
Y estoy contento como un adolescente enamorado,
como un árbol de pie,
como el inagotable manantial
y como el río con su canción de soberbios cristales.
Hoy parece que no he hecho nada
y, sin embargo, he dado mi firma para la Paz.
La joven me sonrió y en sus labios había una paloma viva,
y me dio las gracias con sus ojos de esperanza
y yo seguí mi camino en busca de un libro para mis hijos.
Pues ahí estaba mi firma, precisa y diáfana,
al pie del Llamamiento de Berlín.
Parece que no he hecho nada
y, sin embargo, creo haber multiplicado mi vida
y multiplicado los más sanos deseos.
Hoy he dado mi firma para la Paz.


Nota biográfica
Efraín Huerta. Escritor mexicano nacido el 18 de junio de 1914. A su labor poética,
sumó su trabajo como periodista, lo que le permitió combinar las visiones social e
individual de una época convulsa. Falleció el 4 de febrero de 1982 en Ciudad de
México. Entre su obra destaca “Absoluto amor” (1935), “Poemas de guerra y
esperanza” (1943), “La raíz amarga” (1962) o “Estampida de poemínimos” (1980)

Si… (Rudyard Kipling)

Si puedes mantener
la cabeza en su sitio
cuando todos la pierden
– y te culpan por ello -;
si confías en ti
cuando los otros desconfían
– y les das la razón -;
si puedes esperar sin cansarte,
si no mientes
cuando te vienen con mentiras
ni odias a los que te odian y aún así,
no te las das de santo ni de sabio;
si sueñas, sin llegar
a ser esclavo de tus sueños;
si piensas,
pero no te conformas con pensar;
si te enfrentas al Triunfo y al Desastre
y das el mismo trato
a esos dos impostores;
si soportas que tuerzan tus palabras
para embaucar con ellas a los tontos;
si se rompen las cosas
a las que has dedicado tu existencia
y te agachas a rehacerlas;
si juntas todas tus ganancias para
jugártelas a cara o cruz, y pierdes,
y vuelves a empezar de nuevo,
una vez más,
sin mencionar siquiera lo perdido;
y si tu corazón,
tus músculos, tus nervios
cumplen incluso cuando ya no son
lo que eran, y resistes
cuando ya no te queda
sino la voluntad de resistir;
si hablas con multitudes
sin perder la honradez
y paseas con reyes
sin perder la humildad:
si no pueden hacerte
daño tus enemigos
– tampoco tus amigos –
y todo el mundo cuenta contigo
– no en exceso -;
si no desaprovechas
ni un segundo de cada
minuto de carrera,
la tierra y cuanto en ella existe
es para ti;
serás, en fin, lo que se dice un hombre.

Nota biográfica
Rudyard Kipling. Escritor hindú nacido el 30 de diciembre de 1865 en Bombay. Estudió
en Inglaterra y a su regreso a la India comienza a publicar. Son imprescindibles sus
novelas “El Libro de la Selva” (1894), “Capitanes intrépidos” (1897), o “Kim de la India”
(1901). Obtuvo en 1907 el Premio Nobel de Literatura. Falleció en Londres el 18 de enero de 1936.

Epitafio para la tumba de un héroe (José Hierro)

Se creía dueño del mundo
porque latía en sus sentidos.
Lo aprisionaba con su carne
donde se estrellaban los siglos.
Con su antorcha de juventud
iluminaba los abismos.
Se creía dueño del mundo:
su centro fatal y divino.
Lo pregonaba cada nube,
cada grano de sol o trigo.
Si cerraba los ojos, todo
se apagaba, sin un quejido.
Nada era si él lo borraba
de sus ojos o sus oídos.
Se creía dueño del mundo
porque nunca nadie le dijo
cómo las cosas hieren, baten
a quien las sacó del olvido,
cómo aplastan desde lo eterno
a los soñadores vencidos.
Se creía dueño del mundo
y no era dueño de sí mismo.

Nota biográfica
José Hierro. Recientemente fallecido, el gran poeta José Hierro residió la mayor parte
de su vida en Santander donde desarrolló una intensa labor poética. Recibió
numerosos premios: Premio Príncipe de Asturias de Literatura, Premio Nacional de las
Letras Españolas y el Premio Reina Sofía de Poesía. Fue miembro de la Real
Academia Española.

 

 

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ARMAS DEL FUTURO

 
 
                       Con palabras.
                        (¡Quitad las espoletas
                       a las bombas!)
                        Sin pistolas.
                       Sin tanques y sin espadas.
                        Con palabras
                        Solamente con palabras
                       vamos construir el mundo
                       del futuro
                       sobre un campo de rosas verdi-granas...
                        Sin pistolas.
                       Sin metralla.
                       Sin sangre y sin rencor
                       que eclipsen la bondad de las miradas.
                        Con palabras
                        Nada más que con palabras
                       vamos a levantar castillos
                       de ilusiones
                       entre las nubes de doradas playas.
                        Sin pasiones que quiebren la armonía
                       de las almas.
                        Sin odios. Sin el llanto ni la muerte
                       que dejen a su paso las batallas.
                        Sin pistolas.
                       Sin la tétrica voz de los cañones
                       para cargar de cruces
                       los gallos de la diana.
 
                       (Fundiremos en cánticos de amor
                       continentes y razas
                       para construir los mundos del futuro
                       con palabras).
 
                       ¡Solamente con palabras!
CRISTOBAL VEGA
 

EN ALGUN LUGAR

 
 
               En algún lugar
               tiene que haber un rayo de luz
               que disipe las tinieblas del futuro
               una esperanza
               que no se deje matar por el desencanto
               y una fe
               que no pierda inmediatamente la fe en si misma
 
               En algún lugar
               tiene que haber un niño inocente
               al que los demonios no han conquistado aún
               un frescor de vida
               que no espire putrefacción
               y una felicidad
               que no se base en las desgracias de los demás.
 
               En algún lugar
               tiene que haber un despertador de la sensatez
               que avise el peligro de los juegos autoaniquiladores
               una gravedad
               que se atreva a tomarse en serio
               y una bondad 
               cuya raíz no sea simplemente maldad frenada.
 
               En algún lugar 
               tiene que haber una belleza
               que siga siendo belleza
               una conciencia pura
               que no oculte un crimen apartado
               tiene que haber
               un amor a la vida
               que no hable con lengua equívoca
               y una libertad
               que no se base en la opresión de los demás.
MARIA WINE

LA PAZ

 
 
                       Si alguien
                       busca la paz
                       yo le digo:
                       La paz 
                       no está en la noche
                       ni en el sueño.
                       (La noche tiene
                       ortigas
                       que le hieren la espalda; 
                       por el sueño
                       transitan los espectros.)
                       La paz
                       no está en los lagos
                       solitarios, 
                       ni en los tupidos
                       bosques, 
                       donde los vientos
                       guardan
                       sus secretos.
                       No está tampoco
                       (aunque haya quien
                       lo diga)
                       entre las tumbas.
                       La paz 
                       no está en los muertos.
                       Ni en las monta¤as
                       coronadas de nieve, 
                       ni en los profundos mares.
                       Ni entre la multitud
                       ni en el desierto.
                       Por la simple razón
                       de que la paz
                       no existe:
                       hay que crearla dentro.
PEDRO BARCENA
 
 

 

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